Estamos seguros de que si te dedicas a la docencia, en algún momento habrás escuchado hablar sobre diversas metodologías educativas, entre ellas el aula invertida. Pero ¿qué es el Flipped Classroom o aula invertida exactamente? Bien, ¡muy sencillo! Esta es una metodología pedagógica que, como su nombre ya nos está indicando, consiste en dar la vuelta a la idea de clase tradicional. Te puede parecer complicado, pero no lo es en absoluto: lo que es propone es que el alumnado prepare y estudie los contenidos fuera de las clases, mientras que estas se reservan para hacer los deberes, resolver dudas, debatir, hacer trabajos en grupo, etc. ¿Todavía no te acaba de quedar claro? ¡Te contamos más!
Como ya adelantando, el aula invertida tiene un funcionamiento que pretende ser rompedor respecto a la educación más clásica, en la que el profesor emplea sus horas de clase para impartir exclusivamente las lecciones, mientras que el tiempo fuera del aula se ocupa con deberes y/o trabajos. La metodología Flipped Classroom le da la vuelta a todo esto, proponiendo que sean los alumnos y alumnas los que preparen los contenidos teóricos y fuera de las clases, reservando estas para plantear dudas a los docentes, realizar actividades dinámicas, debates, o analizar ideas.
Como se intercambian los roles, el docente actúa como guía, avivando el intercambio de ideas, llevando a cabo estrategias de motivación en el aula, resolviendo dudas, organizando grupos de debates o para desarrollar proyectos, entre muchas otras cosas. Además, se suelen usar de apoyo diferentes recursos para profesores, como materiales escolares, tanto offline como digitales que faciliten el aprendizaje. Esto incluye vídeos educativos, presentaciones interactivas, plataformas de aprendizaje online, podcasts y foros de discusión, por ejemplo.
El aula invertida se apoya en diferentes materiales que ayudan a complementar la metodología. De este modo, se une la enseñanza presencial dentro del aula, en la que entran en contacto docentes y alumnos, con actividades que buscan desarrollar la autonomía de estos últimos. Por esto mismo, es muy común usar, por ejemplo, vídeos grabados por el profesor en los que se explican los contenidos a tratar, que se suelen poner a disposición del estudiantado a través de plataformas digitales, como el Aula Virtual 4 de Santillana.
Otras opciones, como tutoriales de plataformas educativas, podcasts explicativos, presentaciones, lecturas y libros interactivos, e incluso recursos externos como vídeos de YouTube, también son ampliamente utilizadas. Estos materiales permiten que los estudiantes accedan al contenido en cualquier momento y lugar, al mismo tiempo que ofrecen la posibilidad de repasar las lecciones tantas veces como necesiten.
En la metodología de la Flipped Classroom se invierte la dinámica de las clases tradicionales, y con ella, el papel tanto de alumnos como de profesores. Este pasa de ser un mero transmisor de conocimientos, que dicta clases expositivas mientras los estudiantes toman apuntes pasivamente, a convertirse en un facilitador activo del aprendizaje. Esto quiere decir que, en lugar de limitarse a explicar conceptos, observa de cerca el progreso de sus estudiantes, identifica sus necesidades y adapta las actividades en el aula para abordar posibles dificultades. Además, el docente se convierte en un diseñador de experiencias de aprendizaje: las clases ya no giran en torno a exposiciones, sino que se enfocan en actividades prácticas, debates, proyectos grupales o resolución de problemas. Estas experiencias conectan la teoría aprendida fuera del aula con su aplicación en contextos reales, fomentando el pensamiento crítico y la capacidad de resolver problemas.
Al final, en el método del aula invertida, el docente asume el papel de mentor y motivador. Así, no sólo se espera que los estudiantes sean más activos en su aprendizaje, sino que el profesor también debe inspirarlos a mantener el interés y la curiosidad.
Por otro lado, tenemos al alumnado. Si en una clase impartida de manera clásica, estos son la parte más pasiva de la ecuación, ¡en el aula invertida es todo lo contrario! Los y las estudiantes pasan a ser los protagonistas, que asumen un rol activo y responsable en su proceso educativo. Al recibir los contenidos teóricos en casa, ya sea a través de vídeos, lecturas o materiales interactivos, tienen la oportunidad de controlar su ritmo de aprendizaje. Esto les permite llegar a clase mejor preparados para participar, aplicar los conceptos, hacer los trabajos propuestos por el docente y resolver dudas de manera efectiva.
Durante las sesiones en el aula, los estudiantes se involucran en actividades prácticas y colaborativas que requieren su participación. Ya no se limitan a escuchar, sino que debaten, resuelven problemas, trabajan en equipo y aplican lo aprendido en contextos reales. Este enfoque fomenta habilidades esenciales como el pensamiento crítico, la comunicación y el trabajo en equipo. Además, ¡la metodología de aula invertida potencia la autonomía y la autogestión! Los estudiantes reflexionan sobre la información que se pone a su alcance, plantean preguntas y buscan soluciones, convirtiéndose en los principales responsables de su progreso.
No cabe ninguna duda: la metodología Flipped Classroom cuenta con un montón de ventajas y beneficios respecto a la educación más clásica. ¿No te lo crees? Toma nota:
Ayuda a una mejor comprensión: gracias a que no se tiene como objetivo la memorización sistemática de los contenidos; sino que se busca asimilarlos y entenderlos para que no se olviden y perduren en el tiempo, pudiendo ponerlos en práctica en la vida cotidiana.
Fomenta el trabajo en equipo: en el aula invertida es muy común que se propongan trabajos en grupo, debates, investigaciones y multitud de dinámica que hagan que los estudiantes colaboren entre ellos. De este modo, se fomenta la planificación, la autonomía, la organización y el intercambio de ideas y de opiniones. ¡Casi nada!
Asienta los conocimientos: el alumnado trabaja los contenidos a su ritmo fuera de la clase, con tiempo para asimilarlos y tenerlos claros. Esto hace que las clases sean un refuerzo, ayudando a que los temas se comprendan mejor, se resuelvan las dudas, se debata o se exploren nuevas ideas.
Pone al alumnado en primer lugar: ya lo hemos mencionado, pero no viene mal recalcarlo: en el aula invertida, los protagonistas son los alumnos. Son estos quienes se tienen que implicar, participar en las clases y en las tareas, opinar… dejan de ser espectadores, para ser los que dirigen las sesiones.
El aula invertida o la Flipped Classroom, con su metodología centrada en el aprendizaje invertido, estimula el desarrollo del pensamiento crítico de los estudiantes, así como la resolución de problemas de manera autónoma y en equipo. Ten en cuenta que los docentes, a través de diversas actividades y usando múltiples formatos, fomentan un entorno donde los alumnos analizan, cuestionan y aplican conceptos que ya han interiorizado en casa. Esto les permite enfrentarse a ciertas situaciones prácticas de una forma mucho más fundamentada y razonada. Por si fuera poco, al trasladar las actividades prácticas al aula, se potencia la colaboración entre compañeros, promoviendo la discusión y la construcción conjunta de soluciones.
Uno de los mayores beneficios que presenta el aula invertida (aunque como ya hemos visto, no el único) es que permite personalizar el aprendizaje a los ritmos y necesidades de cada alumno y alumna. En el Flipped Classroom se diversifican los formatos, y con ellos, los recursos que se ponen al alcance de los estudiantes, así como las actividades que se les pide que desarrollen y elaboren.
Como resultado, tienen la oportunidad de aprender a su propio ritmo, revisando los contenidos tantas veces como necesiten fuera del aula, y dedicando el tiempo en clase a resolver dudas específicas o aplicar los conocimientos en contextos prácticos. Este enfoque reduce la brecha entre aquellos que avanzan más rápido y quienes requieren un apoyo adicional, ofreciendo una experiencia educativa más inclusiva y equitativa.
Como con cualquier metodología educativa, implementar el aula invertida en tus clases conlleva una serie de retos que hay que saber cómo afrontar. ¡Te contamos algunos!
No hay que perder de vista que no siempre se tiene acceso a los materiales adecuados o a las tecnologías deseadas, como libros interactivos, vídeos, o plataformas desde las que hacerles llegar todo esto a los alumnos. Con todo, hay que asegurarse siempre de que los estudiantes tienen acceso desde su hogar a los recursos que necesitan, como pueden ser dispositivos electrónicos o conexión a internet. En este caso, la brecha tecnológica puede hacer más complicado que se desarrolle el Flipped Classroom, siendo preciso contar con materiales offline.
La formación de los propios docentes es indispensable cuando se trata de aplicar el aula invertida. Necesitan aprender a crear materiales dinámicos como vídeos y recursos interactivos, además de planificar actividades prácticas para el aula que fomenten la participación y el trabajo en equipo. También es importante que se familiaricen con herramientas digitales y estrategias que impulsen la autonomía y el pensamiento crítico de los estudiantes. Con una buena formación, los profes estarán mejor preparados para aprovechar al máximo los beneficios de la metodología flipped classroom, logrando clases más dinámicas y adaptadas a las necesidades de los alumnos.
Unido a esto, es esencial que conozcan cómo orientar a cada uno de los estudiantes, tanto antes como después del proceso de aprendizaje, al mismo tiempo que los motivan y fomentan su participación; por otro lado, también es importante estar capacitado para poder darles feedback de valor y evaluarlos de forma individual, pero también grupal. Para ello pueden emplearse, por ejemplo autoevaluaciones en las que no solo se pongan nota a ellos mismos, sino al resto de sus compañeros.
Ahora que ya sabemos lo que es el flipped learning o aula invertida, te estarás preguntando cómo funciona una clase de este tipo llevada al mundo real, ¿verdad? ¡No te preocupes! Lo cierto es que es mucho más sencillo de lo que puedes imaginarte en un primer momento. Te dejamos por aquí algunos ejemplos prácticos para que lo compruebes por ti mismo:
Clase de literatura: el alumnado lee un libro o un texto determinado en casa. Después, en el aula, se organizan grupos y en cada uno de ellos se discute y se comenta una parte específica de la historia, o se responde una pregunta en concreto para exponer las conclusiones al resto de la clase.
Inglés o francés: los estudiantes practican en casa pronunciación gracias a vídeos y materiales aportados por el docente, y en clase lo trabajan en grupos de conversación.
Ciencias: los alumnos investigan en casa sobre las fases de la fotosíntesis mediante lecturas y videos interactivos. En clase, realizan un experimento en equipo para observar el efecto de la luz en el crecimiento de las plantas y luego hablan y debaten sobre lo que han podido ver.
Historia: cada estudiante investiga en casa sobre un evento histórico (por ejemplo, la Revolución Francesa) utilizando materiales asignados. Durante la clase, se lleva a cabo un debate donde cada grupo defiende la perspectiva de un personaje histórico relevante.
Aunque el origen de esta metodología se remonta ya a los años 90 del siglo pasado, no cabe duda de que el aula invertida está tomando mucho protagonismo durante los últimos años. Esto no es de extrañar, ya que cada vez se busca más fomentar la autonomía y el pensamiento crítico del alumnado, y el Flipped Classroom es ideal para ello. Al darle la vuelta a la idea más clásica de educación, los estudiantes pasan a ser los protagonistas, participando de manera mucho más activa en su propio proceso de aprendizaje. Esto fomenta una adquisición de conocimientos mucho más duradera en el tiempo y, por lo tanto, de mayor valor.
Por si fuera poco, no hay que olvidar que vivimos en un mundo cada vez más digitalizado, donde el acceso a recursos online y plataformas educativas es casi ilimitado. En un contexto como este, el Flipped Classroom representa una solución adaptable y flexible. Esta metodología permite personalizar la enseñanza, atender a las necesidades individuales de los estudiantes y prepararlos mejor para los retos del siglo XXI, donde habilidades como la colaboración, la creatividad y la capacidad de resolver problemas son fundamentales.