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¡Comenzamos a jugar con el tangram!

Antes de trabajar con ¡A contar! yo nunca había usado el tangram en mi aula y en la programación de esta actividad me dejé llevar por la amplia experiencia de Carlos de Castro. Él siempre me decía que los niños y niñas de 4 y 5 años eran perfectamente capaces de formar esas figuras en negro y que incluso lo hacían más rápido que los adultos. A mí misma me resulta complicado hacerlas e incluso, en algunas de ellas, descifrar lo que son. Así que estaba deseando tener el material del proyecto en mis manos para comprobar si era verdad que eran tan ágiles resolviendo el juego.

Como os decía en la entrada sobre el juego de tablero del cuento Wei y el pájaro de fuego, una cosa que me encanta de ¡A contar! es la unidad que se da a todas las actividades del mismo cuento. Las figuras que proponemos son las mismas que podéis encontrar en internet o en cualquier libro de instrucciones que viene con las fichas del tangram. Lo que hemos hecho nosotros ha sido simplemente seleccionar las que se vinculaban mejor con cada cuento y eran de una dificultad adecuada al nivel, adaptarlas al tamaño de las fichas que se proporcionan en el material del profesor y dejar en manos de la ilustración del proyecto la contextualización de la figura con el personaje del cuento correspondiente. Y han quedado tan bien que a los niños y niñas de mi clase les encanta hacerlas. Cuando cambiamos de cuento y sacamos figuras nuevas, están expectantes para ver de qué personajes son e incluso hay que resolver algún pequeño conflicto dentro de los equipos con los que juegan porque todos quieren hacer las nuevas en primer lugar.

 

 

En mi clase jugamos al tangram en el tiempo de equipos rotatorios de las tardes. Como a mí me gusta que predomine la manipulación de los materiales, imprimo las figuras de tangram que podéis encontrar en el CD de recursos y, junto con las del cuaderno, las plastifico para crear un material que se vaya acumulando. De esta forma, además de formar las figuras del cuento nuevo, pueden seguir jugando con las de cuentos anteriores.

 

 

Pero ¿cómo fueron los comienzos de mis alumnas y alumnos de 5 años? No fueron fáciles, así que no os asustéis si en vuestra clase tampoco lo están siendo.

La primera semana que presenté el juego, no sabían en qué consistía a pesar de reconocer las figuras. Les enseñé el material y les expliqué que tenían que formar la figura gris con las piezas de un mismo color. Di a cada uno un juego de tangram y les dejé elegir libremente entre las figuras que tenía plastificadas.

Hubo dos tipos de reacciones: los que durante un rato intentaban colocar las piezas, las movían, les daban vueltas, etc., y los que al minuto de empezar a jugar me decían «me faltan piezas», «no sé» o «ya está» y habían colocado las fichas de cualquier manera, saliéndose de la figura gris. Veamos los dos casos con detalle:

 

  • Niñas y niños que no intentan formar la figura durante un tiempo suficiente, reclaman ayuda todo el rato, colocan las piezas de cualquier forma, dicen que no saben jugar o que les faltan piezas, etc.

Por suerte, este grupo es en general el menos numeroso de los dos ya que, en estas edades, jugar es la actitud natural y no les cuesta meterse en los juegos (no olvidéis que el tangram lo es y hay que plantearlo como tal). Precisamente por eso, y aun siendo pocos los que reaccionaban así, a mí me dio mucha rabia este tipo de actitud, ya que demuestra que los acostumbramos a realizar tantas actividades mecánicas que, en cuanto se les propone un juego en el que deben pensar, en el que no hay un procedimiento previo que repetir, se colapsan y ni siquiera juegan. Así que mi esfuerzo principal ha ido encaminado a que vean que PUEDEN construir las figuras, que eso les provoca SATISFACCIÓN y que en el proceso se DIVIERTEN.  

¿Cómo intervengo con ellos? Primero, diciéndoles que todo el mundo puede construir las figuras; después, enseñándoles a mover las piezas y, cuando llevan un ratito prudencial intentándolo, colocándoles dos o tres de forma que les sea más sencillo acabar la figura. Cuando lo hacen, valoro mucho su esfuerzo e intento que sean conscientes de la satisfacción que les reporta hacerlo bien. Gracias a todo ello suelen aceptar con gusto hacer otra figura y poco a poco van adquiriendo habilidad en la resolución de estos juegos. 


  • Niñas y niños que intentan formar las figuras y se concentran en el juego durante un rato.

Aunque las primeras veces que intentan formar las figuras les cueste un poco, los alumnos y alumnas con este tipo de reacción no suelen tener problemas para hacer el tangram las siguientes veces que se les propone. En mi clase, este ha sido el grupo más numeroso desde el principio y el que me ha dejado, en ocasiones, fascinada por la rapidez con la que han construido algunas de las figuras. A los que no consiguen formar una de ellas tras un tiempo prudencial suelo ayudarles un poquito colocándoles dos o tres piezas para que no pierdan la motivación inicial hacia el juego.

 

 

 En ambos casos, animo en ocasiones a determinados niños y niñas a jugar en parejas para ayudarse, recordándoles que solo pueden usar las fichas del mismo color.

 

 Antes de terminar quiero compartir tres problemas que he observado en mi aula:

  1. A algunos niños y niñas les cuesta no salirse de la figura cuando ven una forma clara. Por ejemplo, si intuyen que en una zona va un triángulo, colocan cualquiera de ellos aunque se salga de la zona gris.

  2. En ocasiones no son capaces de ver que deben dar la vuelta al paralelogramo.

  3. Algunos tardan en darse cuenta de que los triángulos pueden ir colocados en el centro de las figuras e intentan primero disponerlos de forma que sus lados coincidan con los bordes de la figura.

En general, mi experiencia está siendo buenísima, así que estoy encantada de seguir jugando al tangram y tengo la esperanza de que, a final de curso, no haya ningún niño ni niña que me diga que no sabe o que es muy difícil sin haberlo intentado antes.

 
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