Una de las cosas que más ha llamado la atención del proyecto ¡A contar! es la forma en la que planteamos las series lógicas.
En la mayoría de los libros de texto se trabajan de una forma muy parecida: aparecen, por ejemplo, una pelota roja y otra azul y, a continuación, unas poquitas pelotas en blanco para colorearlas o pegar pegatinas en ellas. Con suerte, puede que el patrón se repita dos veces (pelota roja, pelota azul, pelota roja, pelota azul), pero en ese caso quedan aún menos pelotas en blanco para completar. Yo me he encontrado en ocasiones con que las pelotas en blanco ya vienen semicoloreadas del color correspondiente. Y si es una serie para completar con pegatinas, casi seguro que se proporcionarán al alumnado tantas pegatinas como pelotas vacías. ¿Puede ser capaz el alumno o la alumna de identificar un patrón con una o dos repeticiones de este? ¿Pegar correctamente 4 pegatinas nos informa de que es capaz de identificar y repetir un patrón? ¿Fomentamos así que el niño o la niña piense?
Veamos ahora cómo las presentamos nosotros y por qué. Como siempre, os recomiendo leer atentamente la guía, donde podéis encontrar más información sobre las series en las páginas 29 a 32.
El trabajo con las series es muy habitual en Educación Infantil; sin embargo, no siempre tenemos claro para qué se realizan y cuál es la forma correcta de hacerlas.
Hay que recordar que la principal finalidad de estas actividades es facilitar que el alumnado desarrolle el pensamiento inductivo. Es decir, que partiendo de casos particulares las niñas y los niños sean capaces de establecer leyes particulares. Para ello, es necesario que perciban una repetición de eventos del mismo tipo que les hagan llegar a esa regla.
Dicho esto, lo primero que se necesita para que un niño o niña pueda identificar el patrón que se repite en una serie y continuarla es que previamente lo haya visto repetido varias veces. Si solo aparece una pelota roja y luego otra azul, el niño aprenderá a copiar ese trocito hasta que se acaben las pelotas, pero no habrá interiorizado el patrón. Por eso, en ¡A contar! presentamos a nuestro alumnado un modelo terminado en el que este aparece repetido al menos seis veces.
Las alumnas y los alumnos deben observar el modelo (lo tenéis a vuestra disposición en la guía) y copiar unas cuantas repeticiones (hasta la marca que se indica en cada actividad concreta). Una vez que han hecho esto, podrán terminar la serie en otro sitio desde el que no ven el modelo.
Cuando se enfrentan a esta tarea en solitario, han visto toda la serie como una unidad y han percibido las repeticiones. Algunos niños y niñas ya identificarán en ese momento el patrón que se repite. El resto lo hará una vez que estén trabajando sin el modelo delante, mirando el fragmento que han copiado. En la imagen (tomada antes de que existiese ¡A contar!) podéis ver a unas alumnas de 4 años comenzando a copiar el modelo.
Después, deben repetir ese patrón. Si solo lo tuviesen que hacer una o dos veces, nunca sabríamos si de verdad las alumnas y los alumnos han realizado todo el proceso mental que buscamos, si han resuelto la actividad por casualidad o si solo han hecho lo mismo que su compañero o compañera de al lado. Por eso, nosotros dejamos al menos otras tres repeticiones después del fragmento copiado.
Por último, queremos contar que en las actividades de seriaciones hemos introducido la autocorrección, ya que tiene un enorme valor en el aprendizaje del alumnado. Normalmente, cuando los niños y niñas terminan una serie de tipo convencional, nos la enseñan y somos nosotros los que debemos decirles si está bien o mal. Si hay errores, haciendo un intento de que sean ellos los que piensen, les decimos cuál es el patrón e intentamos que, verbalizándolo en la serie, se den cuenta de que no lo han seguido. Como estas series suelen ser cortas, apenas entienden la relación de nuestra verbalización y su trabajo en papel. Además, aunque acaben viendo qué queremos nosotros que modifiquen, no tenemos la garantía de que hayan identificado el patrón. Si el niño o la niña puede comparar su trabajo terminado (con más repeticiones) con un modelo en el que también hay un número más elevado de repeticiones, es más fácil que detecte un error.
En algún momento dado, puede ser necesario que tengamos que ayudarlos a comparar el modelo con su trabajo realizado. Entonces, tiene sentido verbalizar con ellos el patrón repetido, ya que la alumna o el alumno puede seguirlo con nosotros y continuar después con la verbalización en su propio cuaderno.
De cara al aprendizaje en general, el hecho de que sea la propia actividad la que le diga si lo ha hecho bien o no tiene mucho más valor pedagógico que si viene como algo externo, que sale del docente y se escapa del control del niño o la niña. Fomentamos así la autonomía en el aprendizaje y desarrollamos en el alumnado la idea de que las matemáticas nos aportan una enorme capacidad de control en los resultados, pudiendo comprobar si lo que hacemos está bien.
Antes de terminar me gustaría recomendaros un artículo que leí hace tiempo y que me ayudó a cambiar la forma en la que hacía yo las series guiándome hacia el enfoque de ¡A contar! Se llama «Uso de fichas en Educación Infantil: ilusión y utilidad» y está publicado en la revista EDMA0-6.