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Sentido e interés en la actividad matemática infantil: el aprendizaje de la lectoescritura de numerales

Cuando empecé a trabajar en mi clase con las actividades de ¡A contar! perseguía una única cosa: que los niños y niñas se involucrasen en los juegos de modo que quisiesen ganar, que se esforzasen para superar el reto que se les planteaba y que fuese tal el interés en ello que aprendiesen de una forma más significativa los contenidos que yo quería enseñarles.

 

Con frecuencia nos encontramos en las aulas actividades matemáticas en las que nosotros hacemos una exposición y después pedimos al alumnado que aplique lo que hemos explicado. Por ejemplo, para enseñar los números, es muy frecuente utilizar una tarjeta con el cardinal, contar tantos objetos como este indique, colorear el mismo número de dibujitos, repasar la grafía, etc. Pero estas actividades no tienen realmente un sentido para ellos puesto que, lo hagan o no, lo único que van a encontrar es nuestra aprobación o desaprobación. Muchas veces no les parecen demasiado interesantes, aunque luego se esfuercen en realizarlas bien para captar nuestra atención y que les elogiemos por su trabajo. ¿Hay entonces un aprendizaje verdadero? Si han trabajado los números como he ejemplificado antes, ¿sabrán para qué sirven y los usarán correctamente en otros contextos?

Tras realizar en las aulas prácticas educativas de ambos tipos, podemos decir que con actividades como las que proponemos en ¡A contar! el alumnado suele aprender con más sentido las matemáticas. ¿Por qué? Porque las perciben como juegos y para ellos el juego tiene sentido en sí mismo. Una vez que se hayan familiarizado con el juego, intentarán ganar y, para eso, será necesario emplear conocimientos matemáticos como los números cardinales, el conteo, etc. De esta forma, aprenderán estos contenidos dándoles todo su sentido y podrán descubrir de un modo práctico lo útiles que son para resolver un determinado tipo de problemas o situaciones. 

 

Por ejemplo, en las actividades de enumeración se plantea un juego que consiste en intentar meter un objeto, y solo uno, dentro de cada caja (todo contextualizado con personajes de cuentos muy familiares).

 

Como ellos mismos serán los encargados de abrir las cajas, al terminar sabrán si han ganado o no, sin sentir que realizan la tarea «para cumplir con nosotros». Esto hace que, si ganan, sientan orgullo e interioricen mejor la estrategia que les ha hecho ganar (seguramente establecer un orden para introducir objetos en las cajas). Y, si pierden, es muy probable que sientan deseos de superar el reto y jugar de nuevo, mejorando sus estrategias.

En resumen, las alumnas y los alumnos habrán aprendido a enumerar objetos correctamente jugando (que es como se debería aprender en Educación Infantil) y con intención de resolver una situación problemática que se les plantea. Ambas cosas harán que ese aprendizaje sea más estable y extrapolable a otras situaciones que si se hubiese enseñado y aprendido de una forma más mecánica, repetitiva y expositiva/correctiva por nuestra parte.

De todo esto nos habla Carlos de Castro, coautor de ¡A contar!, en el artículo Sentido e interés en la actividad matemática infantil: el aprendizaje de la lectoescritura de numerales, escrito en su totalidad a partir del trabajo con nuestro proyecto. En él, Carlos nos cuenta la importancia de dar sentido al trabajo que hacemos en el aula, de tal forma que este tenga interés tanto para nosotros como para nuestro alumnado. Partiendo de esta idea, describe tres actividades que se proponen en ¡A contar! para favorecer el aprendizaje de la lectoescritura de numerales: las peticiones, el taller de problemas y el bingo. Las tres se plantean para el cuento El príncipe cabrito.

El artículo es breve y está escrito con un lenguaje sencillo, por lo que os resultará muy fácil de leer.

 

 

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